Y ahora, un pequeño ejercicio de nostalgia videojueguil de alguien nacido al final de la Generación X.
Cuando yo era chiquito, nunca entré a un salón de arcade. Recuerdo que había uno al lado de Cinema Centro, que por fuera parecía un night club de la Duarte. A causa de ese aire intimidante para cualquier niño (y en especial para mí, que era más nerd que una carrera de drones), pasó bastante tiempo hasta que se me despejaron los prejuicios y empecé a interesarme en el tema, gracias a la apertura de establecimientos de ambiente más amigable.
Así pasamos a finales de los 90, cuando entré a la universidad. En la calle El Conde había dos salones de "maquinitas" y visitaba regularmente ambos: el Arcade, que quedaba casi frente a Petrus; y el Funtástico, entre la Espaillat y la Santomé, donde iba con más frecuencia. Para ser sincero, lo que yo hacía era mirar a los demás jugando. Tenía muy poca experiencia como gamer, y el dinero no estaba para botarlo, así que me contentaba con dar una vuelta, gastar para una o dos manos en el Rad Mobile o en el Skee-Ball y seguir pendenciando.
Eso cambió un poco cuando trajeron la primera máquina que me cautivó de verdad: Radikal Bikers. Me aficioné a este juego, lograba completar cada circuito individualmente (aunque nunca pude ganar los 3 juntos) y ocupé bastantes puestos en la pantalla de ranking. Y eso, que el timón estaba casi siempre dañado: no doblaba a la izquierda, dejaba de acelerar, no frenaba... y como quiera me acostumbré, el vicio podía más que la incomodidad. Sin embargo, no iba a ser esta la máquina que me acabaría enamorando, sino otra que considero un juego casi infinito: Crazy Taxi de Sega.
A los "taxistas locos" ya los conocía a través de las revistas de videojuegos que compraba, y me quedé embobado cuando por fin vi el juego en movimiento en su versión de Dreamcast, en una tienda que estaba en el tercer piso de Plaza Central (no recuerdo si era Play Point, Re-Juegos o JR Digital). Me pareció impresionante, era como Radikal Bikers elevado al cuadrado, o como vivir las persecuciones de los Dukes de Hazzard (me encantaba esa serie cuando chiquitico). Pero yo, que lo único que tenía era un NES arrumbado en una gaveta, ¿qué iba a hacer pensando en un Dreamcast, que costaba 15 mil pesos cuando llegó al país? Mejor me mantenía como buen pobre, admirando de lejos lo que no podía tener en cada número de EGM o GamePro.
Pasaron semanas y meses. Al igual que en El Conde, yo visitaba las sucursales de Arcade y Funtástico en Plaza Central. Y un buen día, alrededor del 2001-2002, de repente me encuentro con la sorpresa de que Funtástico ha traído una máquina de Crazy Taxi.Ese fue el punto de no retorno. No puedo calcular cuánto dinero gasté en ese aparato, que acaparó mi tiempo muy por encima de otros juegos como World Kicks y Ridge Racer V. El vicio era tanto, que la palanca me causaba ampollas en la palma de la mano derecha. Elegí como mi taxi favorito el de BD Joe, que no es el más rápido ni el de control más preciso, pero se ajusta mejor a mi estilo de manejo. Cuando conseguí por primera vez el ranking "Crazy" fue toda una hazaña y celebración, y el día que logré llenar los 20 puestos de la pantalla de récords con las iniciales "LP!" ya llevaba como 6 años jugando. De vez en cuando se paraban detrás de mí a verme jugar (lo mismo que yo hacía en El Conde), y el personal de Funtástico hasta me ponía un abanico, porque sabían que me iba a quedar un rato largo. Para dar una idea, la secuencia de créditos (lo que podríamos llamar el "final" del juego) se consigue alcanzando un score de 5000 dólares, y el ranking máximo (el Crazy) se obtiene con 20 mil. Pues en mi caso, si hacía 30 mil estaba fuera de forma. Todos los puestos de la pantalla de récords los puse en más de 40 mil dólares.
En Funtástico de Plaza Central mi máxima puntuación alcanzó alrededor de 55,000 dólares, pero mi récord personal lo conseguí en el Fun Zone de Acrópolis Center, a finales del 2007, reuniendo $70,186.38 y 151 pasajeros. Una paradoja, porque lo jugué muy pocas veces ahí en Acrópolis, y no estaba acostumbrado a esa máquina que se jugaba sentado y tenía una palanca con sensibilidad diferente. Y de ñapa, ese día del récord me tocó la molestia de un carajito que me decía "quiero jugar" cada 15 segundos. Parece que funciono mejor bajo presión. XD
Entonces, con el paso del tiempo y la edad, habiendo logrado todo lo que quería, fui jugando Crazy Taxi con menos frecuencia. Me daba cuenta de que mis habilidades se habían oxidado un poco, pero nunca dejé de divertirme. Lo compré en "la pulga" para GameCube, lo descargué en la tablet, pero no, no es igual. Este juego no está hecho para un control de consola, sino para guía y pedales. Arcade desapareció, Funtástico se redujo de tamaño y también acabó cerrando. Hasta el espectacular Gameworks Studio de Megacentro se fue a pique. En la actualidad me queda bien cerca Super Video Manía en Sambil, pero hace mucho tiempo que no voy.
Ojalá me encuentre algún día por ahí una máquina que esté todavía en uso, para recordar esos buenos tiempos pegando brincos en las cuestas, acumulando Crazy Throughs y llegando a los destinos con un drift largo. Soy fan de Mario y Zelda, pero el puesto del juego al que más horas le he dedicado, ninguno de ellos se lo quita a Crazy Taxi.
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